«Con esta enfermedad, viene la aniquilación de todas las cosas que valen la pena en la vida.; involucra a todas aquellas vidas que están relacionadas con el enfermo.»

(AA, p.17).

Hace unas pocas semanas, un miembro de OA/CCA recién trasladado a la ciudad vino a nuestra reunión de los lunes. En recuperación durante varios años, este miembro de OA/CCA reveló algo sobre el programa que todos necesitábamos oír. Él se toma su programa de OA/CCA, su abstinencia, los Pasos y las herramientas muy en serio. Más aún, se toma muy enserio la enfermedad de la compulsión por la comida.

Era un soplo de aire fresco en una reunión a la que algunos de nosotros hemos estado asistiendo durante décadas. Para los miembros veteranos que han hecho de OA/CCA una forma de vida, es fácil algunas veces disimular los aspectos aterradores de la compulsión por la comida.

Esto es especialmente cierto en un mundo en el que comer en exceso, el sobrepeso y la obesidad son más normales cada vez y donde todo el mundo supone que todo lo que necesitamos es un poquito de fuerza de voluntad y una dieta rápida para perder peso.

Nadie de «ahí fuera» habla de la vida de pesadilla y media muerte en vida del comedor compulsivo, las batallas que luchamos para dejar de comer y que siempre perdimos, nadie habla del abuso de los vómitos y laxantes.

Pocos se fijan en el mucho daño que hace a un niño gordo ser el centro de los chistes de todo el mundo; en cómo los que tienen sobrepeso son rechazados en trabajos y promociones; en cómo los repetidos fracasos con las dietas han minado la confianza en nosotros mismos; y en cómo la comida se apodera de nuestra vida social, familiar y cualquier otra.

Es sólo un problema de demasiadas visitas a tiendas de postres, ¿no? Es simplemente la necesidad de una buena dieta. En mi opinión, la compulsión por la comida es más grave para más personas que la cocaína o el alcoholismo. Es un paseo diario con la muerte, hasta que la marcha  fúnebre termina en un ataque al corazón, complicaciones de la diabetes o cirugía gástrica, o suicidio.

Mi programa de OA/CCA es un asunto de vida o muerte para mí, pero a veces se me olvida. A veces hace falta un rostro fresco y una voz más joven que me recuerde que he sido salvada de un estado desesperado de mente y cuerpo. Necesito que me recuerden que he recibido un indulto de la desesperación a condición de mantener una forma de vida espiritual.

Para mí, como para el compañero de OA/CCA que acaba de mudarse a la ciudad, la vida hoy es buena. Seguimos haciendo servicio porque amamos este programa y porque no queremos morir. Los horrores de esta enfermedad han quedado atrás desde hace años, pero están a un solo bocado de distancia. Estoy agradecida especialmente por aquellos que se recuperan en OA/CCA y que toman esto en serio. Me ayudan a estar agradecidamente abstinente.

Boletín Looking Up, Intergrupo Tri-Country
Lifeline

(Recordamos que los testimonios expresados por personas individuales no representan la de Comedores Compulsivos Anónimos en su Conjunto).